BAKARDADEA
«(…) todo solitario lleva el universo sobre sus hombros»
María Zambrano
Vivía muy cerca,
en Barásoain, pueblo de la Baldorba.
Ahí, en soledad, gestaba su obra.
En la casa familiar. Junto a su padre, Fermín
y a Trinidad, la madre. Con sus hermanos.
Solo. Solo con sus anhelos, cachivaches,
tablas, colores, pinceles, libros, búsquedas.
Frente a la precariedad, artilugios
y soportes ingeniosos, imaginativos.
Germinaba su obra ahí mismo,
a la vuelta de la esquina. Miraba
a otros artistas y se miraba
y se pintaba y se sabía artista.
Su plástica rebosa de dolorosa fuerza.
Desbordada energía; mundo propio.
Viajaba por aquí y por allá. De la Baldorba
a Nueva York, con exiguo equipaje
y desgarrado expresionismo.
Nació en Andoain en 1962
y abandonó la vida 32 años después.
Se llamaba Imanol Bengoetxea Goikoetxea.
Fue artista. Quizás se miró en el agua turbia
y llevó a la pintura su esencia velada.
Hoy, ayer, recibimos los besos
que Imanol trazaba en los resquicios
de su vida solitaria. Los besos
que no le dimos ignorando su existencia.
Una mujer embarazada dio a luz
en la sala de exposiciones.
Oteiza, Picasso, Bacon, Durero, Brancusi,
Manterola… recibieron en sus brazos a la criatura.
Hubo lágrimas y complejas emociones.
Hubo verdad y transito. Hubo amor y pena.
El viento del Norte arrancó las hojas de los árboles
del parque con violencia. Radical la vida y la muerte.