Me miraba
Me miraba con insistencia cuando caminaba por el bosque y un día me detuve a escucharle. Su historia rebosaba de soles y lunas con solsticios y eclipses incluidos. Lo habían abrazado hiedras y clemátides. Una niña construyó a sus pies su casa de soñar. Habitadas sus ramas por pájaros y arañas, no dejó un solo día de sentirse hermoso. Erguido, tan terrenal como celeste, se embriagó de lluvias delicadas y otras torrenciales. Recibió al rayo entre sus brazos vegetales. Y accedió al hachazo del leñador como aceptó después convertirse en silla, cuna o fuego. Me miraba diciéndome desde sus ojos redondos que la vida es un milagro, un arroyo de sorpresas, aunque nos clave de vez en cuando alguna astilla. Me regaló su aroma a trementina. Le divirtió que quisiera fotografiarlo.